viernes, octubre 14, 2005

De vuelta del Camino

(A las fechas de edición de cada etapa no hay que darle bolilla. Las correctas son las que figuran en color)
3 de octubre, 2005
Aquí estoy, de vuelta del Camino de Santiago... (un cachito de 125 Km).

Salimos con Beatriz, desde Madrid en tren (domingo 2 de octubre a las 22:40) con rumbo a Sarria (Provincia de Lugo). El viaje duró una eternidad para estar sentada, pero era lo que había así que... bueno, dormimos un poco... es decir: yo dormí un poco y Bea se durmió todito! Roncó como si estuviera en su propísima cama.

En fin, llegamos a las 6:15 am a la estación de Sarria donde esperaban - entre bostezos - el hombre de la taquilla y la mujer de la cafetería. Desayunamos café con leche "cargadito" y tostadas con aceite de oliva, manteca y mermelada. Nos procuramos las "credenciales", nos hicimos unas fotitos para documentar el evento y arrancamos.

Empezamos a caminar... convinimos en que la consigna era caminar sin pensar demasiado en la cantidad, la velocidad, el tiempo, etc. La justa? Nos pasamos sacando cuentas de cuánto llevábamos andado, la hora que habíamos salido, los promedios que estábamos haciendo...

Ahí no más, donde el sendero entraba al monte, nos cruzamos con los primeros "compañeros" de camino: dos gurisas de veintipocos años que nos habíamos encontrado en la estación y una pareja que ya estaba volviendo de los primeros 200 metros porque estaba "muy oscuro". Ofrecí compartir la linterna que había llevado y así emprendimos los seis la subida... que se prolongó como 800 metros y que nos impresionó bastante por ser la primera. Bueno, finalmente no fue tan grave.

Tuvimos tanta suerte que vimos el eclipse anular solar desde casi el mejor lugar de Europa. Hubo un cambio en la iluminación, un tinte medio extraño, como de tormenta azul y los rayos de sol se convirtieron en medias lunas de luz.


Por ahí no más, nos cruzamos con Doña María Fernández Ferreiro (Maruja para los amigos) que no solamente posó gustosa para una foto sino que nos ofreció huevos fritos con chorizo para almorzar (declinamos gentilmente porque ya nos habíamos zampado un bocadillo de jamón del país con queso curado, en media flauta de pan de la planta cada una). Así que nos regaló un racimo de uvas blancas para endulzar la caminata.

Pasamos por aldeas tan, pero tan chiquitas que llegaban a tener 2 habitantes (Mirallos). Impresionante! Unas casas preciosas de piedra y pizarra, geranios y azaleas, cuervos y urracas, gatos, vacas, corderos y perros que nos miraban casi con indiferencia: pasan cientos de peregrinos a diario y no somos tan llamativas!

Y finalmente alcanzamos la primera meta: Portomarín. Claro que había que bajar una bruta cuesta, cruzar un bruto puente y subir una bruta escalera! Pero ta, llegamos y encima, encontramos lugar en el albergue público.

jueves, octubre 13, 2005

Fotos de Portomarín



miércoles, octubre 12, 2005

De Portomarín a Palas de Rei

4 de octubre, 2005
Después de una noche de ansiado descanso compartiendo un dormitorio con unos 50 peregrinos más (si no me quedo corta), durmiendo en cómodas cuchetas (literas) de Ikea, tratando de abstraerme del concierto multi-idiomático de ronquidos (tapones de silicona mediante), nos dispusimos a buscar donde desayunar. Café con leche cargadito, tostadas con aceite, juguito de naranja (se convirtió en un clásico matutino, para salir bien polenteaditas) y allá fuimos!

Claro, la bruta escalera nos esperaba otra vez, ahora para ser bajada... primero el pié derecho, después el izquierdo al mismo escalón y otra vez: derecho, izquierdo, derecho, izquierdo... uno no se da cuenta qué rapidamente se bajan unas escaleras cuando uno está sano y qué despacito hay que hacerlo cuando duelen las chiquizuelas. Pero bueno, las bajamos y enfilamos la senda que nos llevaría a Palas de Rei.

Apenas salidas de Portomarín esaba bastante húmedo, una nube de niebla nos acompañó hasta que salió el sol, como a las 9:30.
El camino corre paralelo a la ruta, alejándose un poco por momentos.
Se agradece cuando deja de escuchar la interferencia del ruido de los motores. La verdad es que el ruido propio del camino es un bálsamo: los zapatos sobre la grava, el trino de los pájaros, los pasos curiosos e indecisos de ardillas y algún otro bicho de por ahí... cuervos y urracas que se acercan con prudencia pero decididos... en fin, se siente que uno está "de visita" y ellos se comportan amigables aunque no excesivamente confiados.

Nos cautivó la profusión de telas de araña... por todas partes, preciosas y bastante vistosas.
No es que nos creamos unas observadoras científicas, pero bueno, en estas circunstancias todo atrae la atención del caminante...
Suerte que tenemos cámaras digitales, que si no... la gracia de las telarañas nos hubiera costado un fangote de euros :o)

Durante la marcha uno se cruza con otros peregrinos - los deja atrás y viceversa - pero lo que uno aprende enseguida es que, cada uno a su aire, todo el mundo disfruta de forma similar de la caminata, las vistas, las charlas, las paradas, los bocadillos o las uvas que nos regalan los aldeanos generosos.


Así fue la cosa durante la mañana... meta barritas de cereales con frutitos del bosque, muy vitaminizadas, muy mineralizadas, pero qué no daría un peregrino por una buena comida! Y justo nos encontramos en una aldeíta (no me acuerdo cuál) con un restaurante precioso, con ensaladas variadas y pizzas artesanales!! Ahí nos anotamos!

Y así fue que llegamos a Palas de Rei y nos alojamos en un albergue "de pago".

Final del segundo día!

martes, octubre 11, 2005

Fotos del segundo día





lunes, octubre 10, 2005

De Palas de Rei a Rivadiso

5 de octubre, 2005
El día más lindo por donde lo miremos.
El mejor ánimo, uno ya se siente como un peregrino "profesional", se arma y desarma la mochila con más solvencia, se encuentran las cositas que uno ha guardado en uno de los 'sepetecientos' bolsillos sin la necesidad de revolver uno por uno hasta el último, se abrochan y desabrochan las presillas con facilidad... en fin, hasta la tensión de los cordones de los zapatos es la adecuada desde la primera vez que uno los ata de mañana.

Desayunamos bien, con la excusa de tener que sostenernos hasta mediodía, aunque la pura verdad es que nos pasamos buscando dónde hacer picaditas... Aquí, en el almacén de esta doña María (hubo más de una) nos tomamos un juguito de melocotón y nos ligamos cuarta hogaza de pan de campo de regalo, cada una.
Así arrancamos a caminar - como siempre - con muy buen ánimo y bien polenteaditas, desde Palas de Rei hasta Rivadiso. Seguro que en el medio de esta etapa nos dimos una pasadita por Melide, que resultó ser muy interesante visto con el estómago - sobre todo.
Nos paramos en un restaurante del que no me acuerdo el nombre, pero en el que nos despachamos a gusto con un pulpo a la gallega (no podía ser de otra manera) y unos pimientos de Padrón. Quienes me conocen saben de mis 'debilidades' cuando me enfrento con estos dos clásicos gallegos. Y por suerte a Beatriz también le encanta, así que no nos costó nada esta parada técnica.
Cuando terminamos de comer seguimos las indicaciones de un 'local' que nos mandó acceder al camino por una pendiente tan, pero tan empinada... ay! por suerte nadie pudo leerme los pensamientos! Sapos y culebras me salieron, hasta que finalmente llegamos al llano.
Ahí empezó la parte más linda del día, porque ya era mediada la tarde y el malón de peregrinos ya nos había adelantado, más otro montón que había decidido quedarse a dormir ahí.
Nos recorrimos unos 15 Km entre montes de eucaliptus y pinos, bien a la uruguaya, sombrío por momentos, fresco, cruzamos un riachuelo por un puentecito, en fin... precioso.
Al final de esta etapa decidimos quedarnos en el albergue público de Rivadiso porque ya era la tardecita, estabamos muertas y el lugar era encantador.
Una finca de piedra, dividida en dormitorios con literas, el comedor con un hogar enorme (apagado, claro), unos baños y duchas enormes y con muuuuucha agua caliente. Buenas noches y hasta mañana!




domingo, octubre 09, 2005

Fotos del tercer día