De Santa Irene a Santiago

Y así llegó la quinta jornada, casi sin darnos cuenta... o pensándolo mejor, dándonos toda la cuenta del mundo! Si ya ni cálculos nos quedaban por hacer: si caminamos veintidós quilómetros por cinco coma once... menos la raiz cuadrada de los tres coma uno quilómetros que hubiéramos caminado si no nos hubiéramos parado a comer el bocadillo... dividido los dos-pun-to-tres metros a la cuarta que nos separan de Arzúa elevado a la quinta... por favor! Estamos por llegar!!!

Como si tuviéramos cuerda, caminamos y caminamos pero claro... a alguna hora los estómagos empezaron a dejar el misticismo de la ocasión y se pusieron a pedir polenta, así que en cuanto encontramos un lugar adecuado, paramos a repostar. Bocadillos de jamón del país con queso, juguito de-no-sé-qué y baño. Eramos las únicas, creo que todos los demás nos habían pasado por el camino. A esa altura - si que nadie lo reconozca explícitamente - la caminata se convierte casi en una maratón: los piés aceleran sin pedir permiso...

Y ta, ahí termina nuestro periplo en el Camino de Santiago. Ojalá los que lean este resumen lleguen - aunque más no sea a imaginarse - si no, contagiarse - de un cachito del entusiasmo que tuvimos nosotras dos desde que un mes antes de salir empezamos a afinar los detalles, por no decir un año antes, que fue cuando en realidad empezamos a cabildear acerca de caminar.

Gracias por la paciencia! Anímense! El Camino vale la pena, lo vale todo!
Blanqui :o)
Espero sepan disculpar que haya elegido este medio para compartir las impresiones del Camino... es que son tantos que no podría hacerlo personalizadamente en poco tiempo. Ya charlaremos cuando nos veamos.
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